La Transformación en El Espíritu

La Transformación en El Espíritu

Serie Visión De La Iglesia De Cristo: Parte V

Necesidad de un Cambio y de la
Transformación en El Espíritu

La necesidad de un cambio en nuestras vidas la percibimos de diferentes maneras.  Bien como un malestar con nosotros mismos, por pensamientos y sentimientos o actitudes con los cuales no estamos del todo o para nada conformes (remordimientos de conciencia).  Todo esto implica la transformación en El Espíritu de nuestra «personalidad».

También la podemos percibir por la manifestación directa o indirecta de terceras personas; en cuanto a actitudes, comportamientos y/o acciones consideradas inadecuadas o dañinas. Primero para nosotros mismos y/o para las demás personas de nuestro entorno, familiar u otro.

Caracterización del pensamiento

Estos pensamientos-sentimientos y acciones están caracterizados como las obras de la carne (ver Gálatas 5:16-21) y listados en la Palabra del Señor. Entre otros podemos mencionar: la mentira (Apocalipsis22:15); el engaño (la simulación de hechos); el ocultamiento de la verdad; el falso testimonio (Éxodo 20:16); el chisme; la seducción sensual (2da de Timoteo 3:6); la fornicación (Apocalipsis 21:8); el adulterio (Éxodo 20:14); la vanagloria; el egocentrismo (grandiosidad e importancia desmesurada de sí mismo); la egolatría (que es idolatría del “yo”); la dominación y crítica destructiva (ira, contiendas, condenación, maledicencias, calumnias, humillación y vejación); la blasfemia contra potestades superiores (2da de Pedro 2:10-11); la hipocresía (Mateo 7:4-5).

El culpabilizar a otros de las propias incapacidades, ineptitudes y pecados (victimizándoseasí mismo) igualmente son conductas a cambiar. La incapacidad para perdonar por falta de empatía, simulando lo contrario: sin afecto natural (incapacidad de dolerse por la necesidad de los demás: 2da de Timoteo 3:3); la envidia (consciente e inconsciente); la prepotencia; la charlatanería; el abuso de autoridad (autoritarismo); la tiranía; la explotación interpersonal y el aprovechamiento circunstancial para beneficio propio; la codicia de lo ajeno (Éxodo 20:17); el plagio (apropiarse de las creación ajena por falta de creatividad); la avaricia; la especulación; la estafa; el fraude; la sustracción; el robo; la retención del salario ajeno (Levitico19:13; Jeremías22:13; Malaquías 3:5); de la misma manera deben ser consideradas suceptibles de transformación.

Otras condiciones de Cambio

Otras condiciones sujetas a cambio son la necesidad de admiración y de reconocimiento propio. Generalmente producto de inseguridades (narcisismo: 2da de Timoteo 3:2). También la manipulación de la Palabra de Dios para beneficio propio; el rechazo de la Verdad (2da de Timoteo 3:5); el menosprecio de la Profecía (1ra de tesalonicenses 5:20; 1ra de Corintios 14:22); las falacias, fabulas y fantasías con la intención de engañar (Jeremías 9:3-9; 2da de Timoteo 4:3-4).

Así podemos listar cantidad de pensamientos y actitudes que debemos cambiar en nuestras vidas, cuanto más si hemos sido llamados al ministerio de nuestro Señor Jesucristo (ver Tito 3:3-7; 2da dePedro 2:12-22; Romanos 1:28-32; Judas 1:4-8).

Conciencia de la necesidad de Cambio

El ser consciente de la necesidad de un cambio es el paso fundamental para iniciar una transformación en nosotros. Ahora bien, si estamos conscientes de esta necesidad, está claro que percibimos esos pensamientos o actitudes (Efesios4:17-24) como algo negativo (valoración), y suceptible de cambio.

Toda transformación requiere de una renuncia o “arrepentimiento” a la cosa sujeta a transformación. Así dicha renuncia debe ser completa y sincera, con un gran sentido de humildad. Sin ambigüedades y requiere de una clara conciencia de su valoración. Del perjuicio para nuestro cuerpo y mente (espíritu), así como para los que nos rodean.

En el caso de los ministros en la Iglesia (apóstoles, pastores, etc.), de no ser así (no arrepentirse) estaremos frente aun “apostata» de la fe (2da de Timoteo 3:1-9).

La Concupiscencia

Es importante también tener en cuenta “la concupiscencia” (Santiago 1:14; Romanos 6:12-23; 2da de Pedro 1:4-8; 2:10-18). A la cual los seres humanosestamos sujetos en este mundo. Esta entendida como la necesidad inconscienteque tenemos de hacer lo malo, lo negativo (deseos impuros). De otra manera, entendida como una lucha de pretender hacer lo positivo (Bueno), pero que nos complacemos en hacer lo negativo (Malo) que no queremos (Romanos 7:14-25).

Mecanismo Acción-Pensamiento-Sentimiento

Toda actitud o acción, acto u obra, que cualquier persona realiza o ejecuta, requiere de un pensamiento-sentimiento subyacente consciente o inconsciente. De otra forma, todo pensamiento-sentimiento consciente o inconsciente está a la raíz de todo acto o actitud.

Entonces toda transformación necesita de la identificación de todo pensamiento subyacente a toda actitud requerida de cambio. El pensamiento, desde esta óptica, puede ser considerado como el creador de nuestras actitudes, acciones, actos y obras, sean estas consideradas buenas o malas (Efesios 4:22-25).

El Proceso de Transformación

Por otro lado, es necesario comprender que toda transformación implica en sí misma un proceso, y como todo proceso requiere de un tiempo. O sea, el ser consciente de la necesidad de cambio no implica la transformación en sí misma. Es necesario “caminar” (el “camino” del evangelio del Mesías Jesús) por el proceso de una manera consciente (la razón de ser dela Iglesia: Efesios 4:11-16).

Los elementos implicados en la transformación pueden percibirse a través de los “frutos” (El Fruto del Espíritu, Gálatas,5:22-23) que pretendemos recoger producto de la transformación misma. Así debemos considerar que es lo que queremos en nuestras vidas, para nuestras vidas; que es lo que queremos ver manifestados en nosotros.

De una manera general hay tres cosas de seguro que todas las personas estaremos de acuerdo: Amor, Alegría (Gozo) y Paz. Estos los podemos concebir como el estado interno, como llenos de ellos. Luego como expresión en la relación hacia los demás seres humanos, sería positivo que fuésemos personas pacientes (la Paciencia), benignas (buenas personas, Benignidad) y amables (Bondad). En nuestra relación con nuestro Creador y Padre celestial, nuestro Dios (Efesios6:10-19), desearíamos ser personas plenas de Fe y mansas (Mansedumbre y humildad) como Jesús. Y por ultimo tener el control de nuestros pensamientos y actitudes (la Templanza).

Valoración del pensamiento-sentimiento

Lo primero a tomar en cuenta es la necesidad de estar conscientes y alertas a todo pensamiento-sentimiento que brota a la superficie de nuestra mente. Esto para identificarlo y valorarlo como susceptible de cambio, así sería conveniente listarlos y caracterizarlos. Lo cual nos ayudara en la  transformación en El Espíritu de nuestra personalidad.

Si estos pensamientos no cumplen positivamente todos y cada uno de los diferentes elementos nombrados anteriormente (Amor,Gozo, Paz, Paciencia, Benignidad, Bondad, Fe, Mansedumbre, Humildad y Templanza) estaremos frente a pensamientos y actitudes necesarios de cambio y transformación. Por ejemplo, si al caracterizar un pensamiento o actitud nos percatamos que no es producto del Amor (fraternal) si no que, por el contrario, encierra cierto rencor, odios ocultos, venganza, ira, mal humor, etc. (raíces de amargura), es claro que debemos transformar esa idea, pensamiento, sentimiento o acción.

Generalmente las personas, de una manera inconsciente, seguimos alimentando estos pensamientos con otros pensamientos y actitudes similares, y así estos pensamientos siguen reforzando nuestros sentimientos negativos.

La Transformación en El Espíritu

Entonces la transformación en El Espíritu se trata de cambiar la relación pensamiento-sentimiento, “porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:33-37). Los seres humanos tenemos la capacidad de actuar de una manera consciente sobre nuestros pensamientos, y estos a su vez actúan sobre nuestros afectos (emociones) y viceversa.

Así debemos ocupar nuestras mentes con pensamientos positivos. Por ejemplo a través de la oración, de la lectura de La Biblia (lecturas sanas), evangelización y discipulado (congregándonos). Con actividades deportivas, de ayuda social, etc. Apartando conscientemente de nuestras mentes todos aquellos pensamientos no deseados, así como todas aquellas actividades (cambio de hábitos y costumbres: cine y televisión concontenidos de violencia, sexo, y de todo anti valor, así como discotecas, dondesolo se consume alcohol y drogas, etc.) que puedan reforzar inconscientemente a estos (Efesios 4:25-32; 5:1-33; 6:1-4).

Progresivamente iremos percibiendo como nuestros pensamientos y sentimientos, antes valorados negativamente, van evolucionando hacia otros positivos (el fruto del Espíritu).

Conclusión

Como decíamos anteriormente debemos estar conscientes que la transformación en El Espíritu implica un proceso; y por tanto un tiempo más o menos largo. Por consiguiente, no debemos decaer y desanimarnos si no vemos resultados inmediatos. Sino todo lo contrario, debemos mantenernos firmes en nuestra Fe y confianza en la virtud del camino a recorrer.

Por otra parte, debemos estar conscientes que la perfección en este mundo terrenal no existe como tal. Así que, producto de la concupiscencia y de nuestro accionar consciente, estaremos permanentemente experimentando transformaciones más o menos profundas a medida que vamos progresivamente concientizando pecados ocultos o inconscientes.

Lo importante es alcanzar la “Templanza”, para tener el control sobre nuestros pensamientos, sentimientos o emociones y acciones.  Y no por el contrario ser esclavos de «las obras de la carne», o sea no ser “esclavos del pecado”.

Por ultimo no está demás decir que debemos estar alerta y vigilantes en la congregación del Señor (Iglesia) para seguir lo bueno en la fe. Imitando a nuestros pastores como bien dice el autor de Hebreos en el capítulo 13 versículo 7. Y por consecuencia desechar lo malo si nos encontramos delante de una apostasía de nuestros apóstoles, pastores y maestros.

Amén y Amén

Enrique Medina

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